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La piel es el órgano más grande; por eso es fundamental cuidar de el. Es una barrera que nos protege de bacterias, virus y gérmenes. Además, nos ayuda a regular la temperatura del cuerpo, vitamina D y elimina toxinas que genera la exposición al sol. Gracias a sus terminaciones nerviosas nos permite identificar el frío o calor. Por eso y muchas más razones debemos cuidarla y protegerla, comiendo saludable y aplicando frecuentemente una crema hidratante apropiada para cada tipo de piel.


Está formada por 3 capas principales: la epidermis, la dermis y la hipodermis. La primera, es la más superficial y consta a su vez de varias subcapas; en la más profunda se produce melanina o pigmento cutáneo, mientras que en las superiores se forman células que sustituyen a las que mueren por la exposición ambiental. Así mismo, a lo largo de la epidermis se encuentran los poros, a través de los cuales sale el sudor, el sebo y los vellos, que cumplen labores de mantenimiento y regulan la temperatura.


Epidermis


Es la capa externa de la piel y nos protege de toxinas y bacterias. evitando la pérdida de líquido. Está formada por varias subcapas, entre ellas la capa basal, la más profunda, donde se producen los queratinocitos que migran hacia la superficie de la piel, experimentando una serie de cambios, hasta su eliminación por la capa más alta. La capa granular, produce gránulos duros que después se convierten en queratina y lípidos epidérmicos. La capa córnea, es la capa superficial y contiene capas de células muertas que se desprenden durante el proceso de recambio epidérmico, por ejemplo, al bañarnos. También encontramos los lípidos epidérmicos que nos protegen de las inclemencias del medio ambiente y de la pérdida de agua, creando una barrera protectora, cuando estos fallan la piel se puede llegar a sentir seca y áspera.

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